dissabte, 21 de novembre del 2015

[095] Walk: un paso adelante para una nueva escuela de adultos


I’m learning to walk again I believe I’ve waited long enough Where do I begin? I’m learning to talk again Can’t you see I’ve waited long enough Where do I begin?
Walk, Foo Fighters (Wasting light, 2011)
 
Son tiempos inciertos para la formación de adultos. Al menos es la impresión que me deja este inicio de curso. Para quien no lo sepa, el mes de septiembre -especialmente en las escuelas de adultos de carácter municipal- es una pesadilla para los docentes. Es la época de hacer el seguimiento a la oferta formativa para que los cursos se puedan abrir con el mínimo de plazas exigidas por los ayuntamientos. Y me he dado cuenta de que, con respecto a otros años, los cursos no acaban de llenarse, el ritmo de inscripciones no ha sido tan intenso como otras veces. Y me temo que no es un asunto local. Entonces, ¿qué pasa? ¿Quiere decir, pues, que hemos tocado techo? ¿Las escuelas de adultos han llegado al final del camino?

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¡En absoluto! No me lo creo, ¡por supuesto! Pero sí creo que no conectamos con un sector de público que se oculta por motivos que desconozco. Estoy convencido de que, a pesar de las incertidumbres, hay lugar todavía para la formación de adultos. Pero para salir del callejón sin salida, tenemos que ir en busca de nuevos horizontes. No podemos esperar milagros, tampoco se puede vivir del pasado, de los logros conseguidos años atrás. Demos un paso adelante, sigamos el camino hacia una nueva escuela de adultos.

Y esto, ¿como se hace? A continuación propondré una serie de guías para no perdernos mientras caminamos. Así, empezaremos a generar un replanteamiento del sentido de la escuela de adultos.

1. Deshacernos de las etiquetas
Hemos avanzado mucho hasta ahora gracias a una labor encomiable. ¡Pero hagámosla visible, corcho! Compartámosla, enseñémosla a la sociedad, a la gente, a la comunidad educativa para demostrar que hay ilusión, vida y motivación para ser mejores. Pero enseñémosla también para eliminar falsas etiquetas. La escuela de adultos no es una extensión de un espacio para la gente mayor ni un centro cívico como mucha gente se piensa. Es el ágora donde todo el mundo tiene cabida, el punto de reencuentro del pasado y del futuro, el altavoz de todas las oportunidades que la vida ofrece a nuestros alumnos para iniciar un porvenir, una mejor calidad de vida, una mejor (re)educación.


2. Tomar el pulso al entorno
La sociedad cambia y, por lo tanto, las necesidades también lo hacen con el paso del tiempo. Tenemos que captar, pues, la realidad social que rodea a la escuela de adultos para dar respuesta a cualquier demanda educativa. Esto facilitará la cohesión de la escuela con el entorno, con el tejido educativo y cultural del municipio o ciudad.

 
3. Saber utilizar la reflexión
Además, debemos exigirnos autoanálisis para mejorar. El aspecto reflexivo permite la valoración de cualquier elemento de la escuela de adultos: desde la gestión pura y dura hasta la tarea administrativa, pasando por la docente, las metodologías -y los métodos-, las evaluaciones, etc. Así, la valoración debe conducir a la reflexión, a nuevos objetivos, a nuevos retos, al conocimiento real de la situación.

En definitiva, la práctica reflexiva tiene que ser el auténtico revulsivo para ir con paso firme hacia el futuro.


4. Tener siempre un plan B (y un plan C, D,...)
No hay soluciones mágicas para la baja demanda de alumnos. De hecho, ni para cualquier adversidad. Sólo hay trabajo constante, planificación de estrategias de futuro consensuadas por el equipo directivo, por los docentes y, en caso de escuelas municipales, también por los ayuntamientos. Hay que vivir en el presente curso, pero también tener perspectiva y preparar el terreno del futuro para actuar a tiempo con más eficacia.

Yatrogenia: Estúpida y rencorosa margarita

5. Querernos más
Muchos docentes de la escuela de adultos somos personas preparadas para este trabajo: licenciados, profesionales que se han formado académicamente para esta tarea y que, desgraciadamente, están infravalorados. Tenemos que presumir de equipo docente, de profesores, hagámonos valer y mostrémonos como piezas imprescindibles para la mejora de los centros de adultos. Somos PROFESIONALES, sí. Y somos quien debe liderar el cambio en el aula y en la escuela. Somos, por lo tanto, personas que tiene un compromiso con la educación de adultos y que aportaremos a la comunidad todo lo posible para innovar en este ámbito.

Sintámonos orgullosos de pertenecer a una parte de la educación que, a menudo, no se le quiere lo suficiente. ¡Proclamemos a los cuatro vientos nuestro amor a la formación de adultos!


6. No desfallecer NUNCA
Si la situación actual es complicada, tenemos que ser fuertes. Analicemos la situación, sacudámonos, reinventémonos, cambiemos el rumbo. Pero nunca dejemos que la marea nos arrastre hacia el desastre. La educación de adultos tiene futuro. Sólo hay que trabajar para construirlo.

En conclusión, de ninguna forma el camino está hecho. Si creemos en nuestras posibilidades, si mostramos la valía de la propuesta educativa, si forjamos puentes con la sociedad y con los alumnos, si aprendemos de los errores y de los aciertos, si sabemos ser honestos y adquirimos la reflexión como estrategia de futuro, le daremos la vuelta al significado de la escuela de adultos para convertirla en un espacio innovador de referencia entre la comunidad educativa.

Lo podemos hacer, paso a paso. Falta únicamente que empecemos desde ahora mismo y demos el primer paso.


(Artículo publicado originalmente en INED21. Para leer más, sigue este link)

dimecres, 11 de novembre del 2015

[094] Sóc un pringat, but I like it!

Ja fa aproximadament un mes i mig que el curs ha començat. I ho confesso: no ho porto massa bé. Vaig molt cansat a causa d'un horari que m'obliga a fer torn partit, fet que no em deixa temps per a una bona preparació de les classes, ni per escriure un miserable tuit, fer un post com i quan Déu mana... O per, senzillament, arribar d'hora i amb forces a casa per estar una estona amb la família. Una merda, vaja!

Molts de vosaltres pensareu que teniu horaris pitjors. No ho dubto. Però no escric això per lamentar-me o perquè em compadiu. Ho faig per mostrar que els professors/es d'adults som un pringats en això de l'ensenyament. Aquests horaris són marca de la casa, qui els pateix sap que no hi ha res a fer per evitar-los. Només podem fer una cosa: aguantar i fer-ho el millor possible. Perquè, al capdavall, pensem en els alumnes i procurem que no se'ns noti la burrada d'hores, en el meu cas, fins i tot, de 9 a 20 h non stop almenys dos dies a la setmana.

I és que cada curs em reclama atenció personalitzada, activitats concretes i pensades en funció dels alumnes que conformen la classe. Si li sumem que, a més, segueixo metodologies innovadores, creo continguts exclusius en comptes de copiar-los o de fer la gara-gara al llibre de text de torn, el temps de preparació es multiplica. Tot plegat és insostenible si pretenc mantenir una qualitat a l'aula, perquè tot plegat és incompatible amb la quantitat de cursos o "pirules" horàries que haig de fer per tenir una jornada digna. I per acabar-ho d'adobar, no tots els cursos comencen al mateix temps, cosa que no permet avançar cap mena de preparac. Seria feina sense sentit, ja que hi ha la possibilitat que no s'obri el curs. Un desastre, tu!

Aquesta és la realitat del meu centre i, segurament, la de molts centres d'adults, especialment els de titularitat municipal. Tenim unes ràtios per classes que no responen al criteri lògic de l'oferta i de la demanda, una obesa oferta formativa que es perpetua en el temps i tampoc recull del tot les inquietuds i necessitats reals dels alumnes. Aquesta programació, a més, ha de procurar l'estabilitat laboral dels docents que, com deia abans, han de fer mans i mànigues per arribar a les hores de contracte. I en fem moltes, de mans i mànigues, creieu-me!

Perquè, en definitiva, l'únic que vull és treballar. Perquè m'agrada aquesta feina, perquè m'ho passo bé amb els meus alumnes. D'aquesta manera, puc dir que sóc un pringat, però feliç. Ara bé, ser un pringat no significa quedar-se com un estaquirot a l'espera que les coses canviïn. Així, sóc també un pringat actiu que té la sort d'haver trobat un fantàstic equip de pringats. I tots junts tenim ganes de canviar l'escola on treballem. I ja ens hem posat en marxa. Tenim entre mans un projecte que té com a objectiu sacsejar els ciments del centre per abordar de sense embuts un pla estratègic de millora. No serà fàcil, però tampoc impossible.

És una idea que em motiva, un desig que ens fa empènyer el centre cap a un futur millor. I, de retruc, m'ajuda a tirar endavant, malgrat l'horari, malgrat la son que arrossego, malgrat les hores no remunerades que he fet, malgrat les adversitats horàries que comporta una professió com la de professor d'adults. Sí, sóc un pringat, but I like it!!!